Brasil 1 - Uruguay 2 (1950)
No es la primera vez que utilizo un juego de
palabras y estructuras como el utilizado en el titulo de este artículo. Es
interesante porque jugar con las palabras y las letras demuestra ser un
ejercicio encantador, las palabras, en oposición a las personas, pueden ser
jugadas, transgredidas, escindidas de su significado sin más consecuencias que
nuevas oraciones, nuevas palabras y nuevos conceptos.
Ahora bien,
en el titulo se describen dos escenarios con los mismos protagonistas:
los milagros y la imposibilidad. La primer parte se muestra claramente
optimista, en algo imposible puede existir un milagro, mientras que en la
segunda la imposibilidad mata al milagro.
No pretendo abordar en estas líneas una
conclusión que decida por ambas posturas, sería una tarea ambiciosa y hasta
ficticia, solo quisiera explayarme sobre estas cuestiones tan ajenas al mundo
pero a la vez tan cerca de todos.
El milagro surge con una connotación religiosa
ubicando a esta como la prueba de la incapacidad humana, lo que el hombre no
puede lograr. En otras palabras, el milagro es la cuota pseudoficticia de
aquellas acciones humanas inhumanas, de esas que parecen en un primer término,
imposibles, las que se sientan a discutir a los gritos con la lógica y la
razón…y ganan. El milagro es el vacío legal de la razón.
Lo imposible, por el contrario, aparece como el
momento más racional de nosotros mismos, de la vida misma. Es la ausencia
absoluta de poesía e imaginación, es la demostración de lo poco que podemos
ser, de lo tristemente inútiles que somos, del escaso valor de nuestra
escencia.
Sin embargo ambos conceptos tienden a
contraponerse, enfrentarse, matarse y resucitar en muchas de nuestras acciones.
Pero en algunas perversas ocasiones el milagro nos seduce con el plan de
quebrar lo imposible, nos vende la chance de un hotel cinco estrellas y cuando
llegamos nos damos cuenta que ni siquiera tiene agua caliente. Esa es su cara
más terrible. De lo imposible no podemos quejarnos, siempre fue eso y su
escencia consiste en eso, no poder ser.
Pero el milagro despliega un abanico de circunstancias tan excepcionales,
porque su escencia consiste en eso, poder
ser.
Claro está que los milagros son escasos, tienen
que serlo. El día que lluevan milagros dejaran de serlo. El milagro existe
porque es casi imposible, porque
es una excepción. La lógica de los milagros es su escases, su dificultad.
Nuevamente, si el milagro fuera moneda corriente dejaría de ser milagro para
convertirse en un hecho interesante.
Pero quien escribe estas líneas no tiene dudas
de que los milagros existen y lo imposible también, claro está, uno existe por
el otro y viceversa. No es necesario enumerar imposibles destruidos por
milagros, con el que figura al comienzo de estas líneas es suficiente. Con solo saber
que en el historial de este mundo existieron hechos en donde el azar y la
voluntad lograron romper la dictadura de la lógica alcanza. El milagro existe y
esos hechos son sus profetas.
Guille