“cuando al punto final de los finales no le siguen dos puntos suspensivos” ( J. Sabina )
“El rompecabezas que no termine”( Paez - Sabina )
Llegó el final. Hubiese sido interesante que este esperar durara mas que una introducción y esta despedida, pero lo dije en el capitulo anterior cuando afirmaba que la paciencia se contrapone a esas violentas decisiones, a las malas decisiones. Hace una semana mi paciencia me libró de la penosa tarea de optar, optó por si misma y presento la renuncia indeclinable a todo esto, a tu color, a mi ilusión, a tu indecisión, a mi locura, a tu beso, a mi naufragio, a tu canción, a nuestra violencia, a nuestra poesía… a todo lo que había y ya no hay… será que el destino de los poetas sea el de justificar lo injustificable? Defender lo indefendible? Me gustaría creer que no, quisiera pensar en ese final feliz que en voz muy baja (casi susurros, casi no te escucho) me propones pero la paciencia no va a volver, la conozco, lo bien que hace… talvez quede guardada del mismo modo que aquel paraguas que usamos poco ( porque llueve poco ) hasta que recuerde su existencia en el momento en que la calle me reciba con gotas de vos, y me empape de vos…
Pero calma, es de noche y me despido, nos despedimos sin mas indemnización que estas palabras arrancadas antes de gritar con certeza que cuando la noche es mas oscura se viene el día en tu (mi) corazón no?
De esta antitesis heredo una lógica nostalgia recordada del debido modo, te recuerdo en silencio mientras amanece.
Ya es de día y este día llega con un sol que me arranca una sonrisa, me olvido del paraguas y por lo tanto de la paciencia y por lo tanto de vos, supero esta contradicción y salgo a caminar.
Fin